Perfil del consumo de benzodiazepinas en oficinas de farmacia

ARTÍCULO ORIGINAL

 

Perfil del consumo de benzodiazepinas en oficinas de farmacia

 

Profile of benzodiazepine consumption in community pharmacies

 

 

Pamela Bertoldo1
Sofía Brignone1
Florencia Cignetti1
Jimena Bertoldo2

 

1Universidad Católica de Córdoba, Facultad de Ciencias Químicas. Córdoba, Argentina.
2Universidad Católica de Córdoba, Facultad de Ciencias Económicas. Córdoba, Argentina.

 

 


RESUMEN

Introducción: Las benzodiazepinas son fármacos utilizados para trastornos de ansiedad y del sueño, también como relajante muscular y anticonvulsivantes. A pesar de desaconsejarse en tratamientos prolongados, algunos pacientes tienen uso crónico, que se asocia con el desarrollo de dependencia física, manifestado en síntomas moderados a graves de abstinencia cuando se discontinua el tratamiento.
Objetivo: Caracterizar el perfil de consumo de benzodiazepinas en adultos con prescripción ambulatoria que solicitan su tratamiento en farmacias oficinales.
Métodos: Se realizó un estudio observacional, descriptivo, de corte transversal. Los pacientes completaron un cuestionario anónimo, voluntario e individual con los siguientes criterios de inclusión: mayores de 21 años con prescripción y dispensación de benzodiazepinas. Las variables fueron relacionadas al tipo de benzodiazepina, tiempo de uso, dosis, reacciones adversas, interacciones y edad del paciente.
Resultados: Un 65 % de mujeres entre 51 y 60 años. La benzodiazepina más dispensada fue clonazepam 0,5 mg, seguida de alprazolam 0,5 mg. El 13 % del total tuvo un tiempo de tratamiento adecuado para el insomnio y un 23,8 % para la ansiedad, el resto de los pacientes lo consumió por un tiempo mayor al recomendado. El 48 % lo utilizó solo ante la necesidad, principalmente como hipnóticos y en segundo lugar como ansiolíticos. El 50 % manifestaron reacciones adversas, la sedación excesiva y el adormecimiento fueron los más frecuentes.
Conclusiones: Las benzodiazepinas más utilizadas fueron de vida media, intermedia y corta. La relación entre la duración del tratamiento y cada patología fue adecuada en el 46,8 % de los pacientes.

Palabras clave: benzodiacepinas; farmacia oficinal; perfil de consumo.


ABSTRACT

Introduction: Benzodiazepines (BDZ) are drugs used against anxiety and sleep disorders, as well as muscle relaxant and anticonvulsant. Despite prolonged treatments being discouraged, some patients suffer from chronic use, which is associated with the development of physical dependence, manifesting moderate to severe withdrawal symptoms when treatment is discontinued.
Objective: To study the profile of benzodiazepine use in adults with outpatient prescription who request their treatment in an community pharmacies.
Methods: An observational, descriptive, cross-sectional study was carried out. Patients completed an anonymous, voluntary and individual questionnaire with the following inclusion criteria: over 21 years with prescription and dispensing of benzodiazepines. The variables were related to: the type of BDZ, time of use, dose, adverse reactions, interactions and age of the patient.
Results: A 65 % of the patients were women between 51 to 60 years old. The most widely dispensed benzodiazepine was clonazepam 0.5 mg, followed by alprazolam 0.5 mg. About 13 % of the total had an adequate treatment time for insomnia and 23.8 % for anxiety; the rest of the patients consumed it for a much longer time than recommended. Results also showed that 48 % used it only when necessary, mainly as hypnotics and secondly as anxiolytics. Finally, 50 % showed adverse reactions, being excessive sedation and numbness the most frequent undesired effects.
Conclusion: The most used benzodiazepines were of half, intermediate and short life. The relation between the duration of treatment and each pathology was adequate in 46.8 % of patients.

Keywords: benzodiazepines; community pharmacies; consumption profile.


 

 

INTRODUCCIÓN

Los benzodiazepinas (BDZ) son fármacos que se utilizan frecuentemente para trastornos de ansiedad y del sueño, como relajantes musculares y anticonvulsivantes. Muchos pacientes las usan de forma crónica a pesar de estar desaconsejadas y en algunas ocasiones, de manera inadecuada, en especial en adultos mayores.1

Son fármacos bien aceptados por la rapidez de su acción y la percepción de mejoría en el paciente con buena tolerancia, pero no están exentos de riesgos -a pesar de ser seguros en dosis bajas-, ya que producen como efectos secundarios: sedación excesiva, pérdida de memoria, deterioro cognitivo, alteraciones de coordinación y caídas con riesgo de fracturas (especialmente documentado en adultos mayores), entre otros efectos.2

Su utilización indiscriminada produce usuarios crónicos, susceptibles de presentar efectos de tolerancia y dependencia. Esto no ocurre generalmente cuando se prescribe para casos de ansiedad o insomnio de forma transitoria. Por su efecto, no se recomienda la suspensión brusca del tratamiento ya que puede provocar manifestaciones relacionadas con la retirada de algunos síntomas tales como: ansiedad, ataques de pánico, hiperventilación, temblor, trastornos del sueño, espasmos musculares, anorexia, pérdida de peso, alteración visual, sudoración, disforia, etc.3 La duración del tratamiento debe ser lo más corta posible, al considerar la condición del paciente. Se aconseja no exceder cuatro semanas en el tratamiento del insomnio, ni más de tres meses en el de ansiedad, incluido el tiempo de disminución de dosis hasta la discontinuidad del tratamiento.2

La clasificación de las benzodiazepinas está determinada por la farmacocinética, pues el tiempo de vida media es una característica importante con relación a los efectos adversos.

Entre estos se describen: sedación, somnolencia, debilidad muscular, estados confusionales, efectos depresógenos sobre el estado de ánimo, amnesia, sobre todo en la memoria inmediata, por lo tanto, deben administrarse con precaución en pacientes ancianos o con deterioro orgánico cerebral.

Las interacciones más relevantes de los benzodiazepinas ocurren con sustancias que generen efectos similares como el alcohol, barbitúricos u otros sedantes, al potenciarse el efecto y generar un deterioro de la capacidad y reflejos. Otras posibles interacciones se producen con la ingesta de antiácidos (especialmente derivados de aluminio y magnesio) o fármacos que retrasan el vaciado gástrico, antidepresivos tricíclicos y anticonvulsivante que también aumentan los efectos sedantes.

El objetivo de este trabajo es caracterizar el perfil de consumo de benzodiazepinas -hábitos en relación a la frecuencia y duración- en adultos con prescripción ambulatoria que acuden a dos farmacias oficinales.

 

MÉTODOS

Se realizó un estudio observacional, descriptivo, de corte transversal durante los meses de mayo a agosto del año 2015. Se utilizó un cuestionario anónimo, voluntario e individual a administrar a pacientes que asistieron a dos farmacias oficinales de las localidades seleccionadas (Córdoba Capital y San Jerónimo Norte provincia de Santa Fe).

En el estudio participaron pacientes mayores de 21 años solicitantes de benzodiazepinas. Se excluyeron a pacientes sin prescripción médica, quienes fueron derivados a la atención médica para evaluar la necesidad de estas.

La encuesta incluyó 11 preguntas en las que se evaluaron las características demográficas, preguntas generales sobre salud y específicas al consumo de benzodiazepinas.

Las variables que se midieron fueron: benzodiazepina dispensada y dosis, edad, sexo, motivo de su uso (diagnóstico), tiempo de tratamiento, identificación por parte del paciente de síntomas compatibles con posibles efectos adversos hacia la BZD administrada, prescripción de otros medicamentos (antidepresivos, antiácidos, hipnóticos), o depresores del sistema nervioso (alcohol). Los datos de consumo real se asumieron en base a la dispensación de farmacia.

Las benzodiazepinas se clasificaron en cuatro tipos:4

· semivida larga: diazepam (mayor a 30 horas),

· intermedia: bromazepam, clonazepam y flunitrazepam (25-30 horas),

· corta: alprazolam y lorazepam (6-24 horas),

· o ultracorta: midazolam (menos de 6 horas).

 

RESULTADOS

Durante los meses de julio y agosto del año 2015 se incorporaron al estudio 100 pacientes provenientes de dos farmacias (50 de cada una), donde el 65 % fueron mujeres y 35 % hombres. El rango de edad que se presentó con mayor frecuencia (30 %) fue de 51 a 60 años (Fig. 1).

 

Del análisis de las diferentes benzodiazepinas consumidas y sus respectivas dosis, se obtuvo la cifra de que el 95 % de los pacientes consume una sola. La dispersión y sus dosis fueron: alprazolam 0,5 mg (23 %), clonazepam 0, 5 mg (47 %), flunitrazepam 1 mg (1 %), bromazepam 1,5 mg (6 %), midazolam 2,5 mg (4 %), diazepam 5 mg (7 %) y lorazepam (7 %). El 5 % con uso combinado asoció el 1 %, en cada caso diazepam 10 mg + clonazepam 2 mg, alprazolam 0,5 mg + clonazepam 2 mg, alprazolam 0,5 mg + midazolam 5 mg y el 2 % clonazepam 1 mg + lorazepam 2,5 mg.

Cuando se relaciona la semivida en función de la edad de los pacientes, se encuentra que los adultos mayores de 61 años utilizaban principalmente benzodiazepinas de media intermedia y corta (Fig. 2).

Al estudiar el diagnóstico del paciente, se observó que las benzodiazepinas fueron prescriptas principalmente para insomnio (40 %) y ansiedad (38 %) de manera individual, un 21 % las utiliza para ambas situaciones, mientras el 1 % lo hace como relajante muscular. No se observó el uso de BZD como anticonvulsivantes. Alprazolam, bromazepam, clonazepam y diazepam se prescribieron en la misma proporción para ambos diagnósticos. El flunitrazepam solo se utilizó para insomnio y el lorazepam fue utilizado con mayor frecuencia para la ansiedad y menos para el insomnio.

Al consultar a los pacientes sobre el consumo de otras sustancias además de benzodiazepinas, se observó que el 49 % de los pacientes refieren uso de las sustancias propuestas en la encuesta: antidepresivos (23 %), antiácidos (11 %), hipnóticos no benzodiazepínicos y alcohol (5 % en cada caso). El 3 % asocia antidepresivos con antiácidos, y el 1 % con hipnóticos e hipertensivos. Los antidepresivos se combinaron con clonazepam en 64 pacientes, 3 % de pacientes con alprazolam y 14,3 % con diazepam. Los hipnóticos no benzodiazepínicos (zolpidem) se coprescribieron con alprazolam o clonazepam (42,9 % en cada caso) en tratamientos de ansiedad e insomnio. El alprazolam se utilizó con antiácidos en 40 % de pacientes y la asociación de alcohol fue siempre con clonazepam.

Sobre la pauta posológica, se observó que el 52 % de los pacientes utilizó benzodiazepinas en forma diaria. De este grupo, el 17 % mantuvo esta prescripción por dos meses, 25 % por cuatro meses, 23 % durante seis meses, mientras el 13 y el 21 % por más de un año.

La relación entre la duración del tratamiento y cada patología, determinó que para el insomnio, solo un 13 % lo hace durante el tiempo recomendado por la bibliografía especializada (dos meses) y el 43 % para ansiedad en iguales condiciones (hasta cuatro meses). Cuando se prescribió para ambas situaciones, el 60 % mantuvo el uso entre dos y cuatro meses. Este análisis en adultos mayores de 61 años, mostró que el 68 % utilizó BDZ, de ellos el 53 % llevó más de un año, 35 % por seis meses y el 6 %, por dos y cuatro meses en cada caso.

Al evaluar el cuidado de la salud, en cuanto a consultas realizadas al médico por el tratamiento prescripto con estos fármacos, se estableció que un 38 % visitaba la consulta médica una vez al año, el 25 % dos y el 35 % tres veces.

Del 52 % que utilizaba benzodiazepinas diariamente, el 50 % utilizó la consulta médica varias veces al año por su problema de salud.

Por la información obtenida de los pacientes -que identificaron posibles reacciones adversas con sus BDZ-, se observó que el 50 % nunca identificó alguna de las manifestaciones propuestas en la encuesta. Quienes sí las identificaron, presentaron sedación excesiva en un 22 % y adormecimiento en un 17 % como los síntomas más frecuentes. El 3 % refirió debilidad muscular y el 8 % manifestó haber sentido más de un efecto, lo que incluyó en un paciente la pérdida de memoria. Ningún paciente refirió confusión o desorientación.

Los efectos causados -principalmente por el clonazepam- fueron de sedación excesiva en un 36 % y de adormecimiento en un 41 %.

Si se analizan los rangos de edad con la presencia de reacciones adversas, se observa que el 21 % se encuentra entre los 51 y los 60 años de edad, el 12 % de 31 a 40 años y mayores de 61, mientras que en los 40 años o menos fueron solo el 6 %. La sedación excesiva es el efecto secundario más frecuente en personas entre 51 y 60 años (Fig. 3).

Si se analizan las relaciones entre edad, benzodiacepina y reacción adversa, se observa que en las BDZ estudiadas, todas reportaron como efecto secundario sedación excesiva y adormecimiento (tabla).

 

 

DISCUSIÓN

En este estudio se observó que la tendencia en el consumo de benzodiazepinas es más frecuente en personas adultas, con un promedio de edad entre 51 y 60 años (30 %), caso contrapuesto al de los jóvenes. Esto puede deberse a la mayor prevalencia de padecimiento de insomnio en personas adultas.5 Esto coincide con lo mostrado por Mato M e Iqbal SP, donde los promedios de edad fueron de 45 a 64 años y 51 años, a diferencia de otros estudios en los que predomina un grupo etario mayor a 61 años.6-9

Existe coincidencia con los resultados presentados por otros autores, donde la prevalencia de consumo es mayor en mujeres (65 %) que en varones, manteniéndose esta tendencia aun cuando se analiza este dato en diferentes rangos de edades. Este resultado es detectado en la mayoría de los estudios. 6,8,10,11

La benzodiazepina más dispensada para su consumo en el total de pacientes es el clonazepam, lo cual coincide con Minaya y difiere de otros autores donde la prevalencia estuvo en flunitrazepam, seguida de clonazepam o lorazepam, de alprazolam o bromazepam y por último del diazepam.6,7 En los adultos mayores de 61 años, las benzodiazepinas más utilizadas fueron alprazolam y clonazepam, a diferencia de algunos estudios en los que predomina el flunitrazepam y lorazepam o diazepam y alprazolam.6-7

Las patologías más frecuentes para las que se prescribieron los tratamientos analizados fueron trastornos del sueño (40 %) y ansiedad (38 %), cuyos porcentajes coinciden con García L y otros, mientras que en otras investigaciones como la de Riquelme en Valdivia-Chile, la ansiedad es el principal diagnóstico.1

Se recomienda un tiempo límite de uso de benzodiazepinas entre uno y tres meses. En determinados pacientes, puede ser necesario prolongar el tratamiento más allá del periodo recomendado según la evaluación clínica del médico prescriptor.2 En este trabajo, el 57 % de los pacientes utilizó benzodiazepinas más tiempo del recomendado, lo cual difiere de otro estudio que encontró un 93 % de uso.1

El 48 % las consumió de forma ocasional, proporción coherente con resultados de otras investigaciones.9 El resto de los pacientes llevaba a cabo un tratamiento diario, en cuyo caso, el 57 % consumía benzodiazepinas por un período mayor a cuatro meses, lo que es un factor considerado de alto riesgo, junto con la edad avanzada del grupo estudiado, para el desarrollo de efectos adversos por las benzodiazepinas. En este estudio se observa que el 21 % llevaba más de un año consumiéndolas, resultado este diferente de otros trabajos en los que se observaron porcentajes variables entre 7 y 42 %.8-9

Al evaluar especialmente la población anciana, se consideró que las benzodiazepinas se utilizaron de forma inapropiada, debido a que el 88 % de la población mayor de 61 años las venía utilizando más tiempo del aconsejado (cuatro meses). Este hallazgo coincidió con los de estudios previos en los que se observó un 85 % con estas características.2 Un 35 % lo hizo en periodos superiores a un año.

El 50 % de los pacientes no refirió sentir reacción adversa alguna. Las reacciones adversas más frecuentes fueron similares a las descritas en la bibliografía,4 y afectaban al sistema nervioso central, como la sedación excesiva (22 %), adormecimiento/ somnolencia (17 %), debilidad muscular (3 %), coincidentemente con otro estudio.1

Para muchas reacciones adversas, como la pérdida de memoria, la debilidad muscular y otras, es difícil discernir si se deben a las características personales del paciente (edad avanzada, polimedicación) o a la propia benzodiazepinas.1

La aparición de reacciones adversas a medicamentos aumenta con la edad. Se debe considerar que las personas mayores son más sensibles a los efectos y a las reacciones adversas de todos los medicamentos, y en particular a las benzodiazepinas.2 Según los criterios de Beer y Stopp Start, se considera inadecuada la administración de benzodiazepinas de vida media larga (como clorazepato) o benzodiazepinas con metabolitos de larga acción (como diazepam), en personas mayores de 65 años, ya que su uso prolongado (más de un mes) genera riesgo de sedación prolongada, confusión, trastornos del equilibrio y caídas.11,12

El uso diario de benzodiazepinas por más de cuatro meses y la edad avanzada (mayor de 65 años), son factores considerados de alto riesgo para el desarrollo de efectos adversos por benzodiazepinas). Al continuar en el análisis de adultos mayores, el 12 % de ellos presentó manifestaciones posiblemente atribuidas a reacciones adversas, a diferencia de Riquelme en Chile, en el que el porcentaje fue mayor (23 %). Sin embargo y a pesar de las recomendaciones de la bibliografía consultada -donde se observa beneficios de la desprescripción de benzodiazepinas en adultos mayores-, deberá demostrarse si esta ventaja se puede mantener en estos pacientes a largo plazo.13,14

Una limitación de dicho estudio en cuanto a las reacciones adversas es que no puede afirmarse que las manifestaciones adversas descritas ocurren debido al uso exclusivo de benzodiazepinas ya que los pacientes -en especial adultos mayores- pueden presentar otras patologías que no fueron evaluadas y estar polimedicados y esto puede deberse a las interacciones entre los demás tratamientos farmacológicos que reciben los pacientes, al uso prolongado de benzodiazepinas junto con otro psicofármaco (como antidepresivos) o a características farmacocinéticas y farmacodinámicas propias.

A 84 pacientes no se les prescribió otro psicofármaco (antidepresivo u otros hipnóticos como el zolpidem) además de su tratamiento con benzodiazepinas, y este es un resultado similar al de Riquelme, en el que se presentó para 74 pacientes.

Las interacciones más frecuentes fueron con antidepresivos, seguidos de antiácidos, hipnóticos y alcohol, de forma similar a lo descrito en otro estudio en el que se obtuvieron resultados similares en relación a los grupos terapéuticos utilizados.1

El perfil de consumo observado en el presente trabajo fue en su mayoría de consumo de benzodiazepinas de vida media intermedia como el clonazepam, seguida de las de vida media corta como alprazolam, lo cual difirie de otro trabajo en el que los porcentajes eran similares entre sí en todas las clasificaciones.9 Estos resultados no coinciden con otro estudio en el que las de semivida larga eran las consumidas en este rango de edad.1

En conclusión, las benzodiazepinas más utilizadas de manera adecuada por los pacientes mayores de 61 años fueron de vida media, intermedia y corta. La relación entre la duración del tratamiento y cada patología fue adecuada en el 46,8 % de los pacientes.

 

Conflicto de interés

Los autores declaran que no existe ningún conflicto de interés.

 

REFERENCIAS

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Recibido: 23 de noviembre de 2018.
Aprobado: 11 de enero de 2018.

 

 

Pamela Bertoldo
Universidad Católica de Córdoba, Facultad de Ciencias Químicas, Av. Armada Argentina, 3555. CP 5017. Córdoba, Argentina.

Correo electrónico: pamela.bertoldo@gmail.com

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